Jon Maia en Leioa

la persona que es obligada a dejar su pueblo, su familia, su casa por obligación no es un inmigrante sino que un desterrado

Mientras Jon Maia preparaba la Bertsolari Txapelketa Nagusia conoció este poema de Bertolt Brecht que, de repente, le quitó los complejos que había tenido hasta entonces por ser descendiente de 'manchurrianos' o 'koreanos' (la forma despectiva de denominar a los inmigrantes en el País Vasco).

Ese aguijonazo le sirvió para darse cuenta de lo que en verdad significaba ser la consecuencia de una larga historia que comenzaba en Albacete. Una historia que se asemejaba a la de muchas familias. Y que aún faltaba por contar desde una perspectiva euskaldún (no olvidemos que el libro que leímos para las tertulias no deja de ser una traducción del original en euskera).

Por ello decidió narrar la historia de su familia en forma de una novela en la que todo lo que se cuenta es verídico (en la primera parte, la que nos sitúa en la historia de su abuelo, tuvo que recurrir un poco más a la imaginación por falta de detalles). Riomundo era la obra de la que nos vino a hablar a Leioa

Dos ideas durante la charla; la gente que emigró a Euskadi por los 50-60 era, por lo general, gente del bando que resultó perdedor en la Guerra Civil española y que llegó con unos valores un tanto diferentes a lo que se estilaba en la sociedad de por entonces. Muchos llegaron a amar la tierra que les acogió y se implicaron en conocer su cultura e idioma cuando ello no era una opción del todo segura, ni siquiera considerada por algunos de los autóctonos.

Y por otra parte, el querer dar a conocer la presión que tuvieron que soportar los emigrantes. Intentar hacer ver a la gente que detrás de cada persona hay una historia. Desmontar prejuicios a base de conocimiento y conseguir que dicho conocimiento sea mutuo y compartido para que no se vuelvan a repetir errores del pasado (se habló, por ejemplo, de la necesidad de un protocolo cultural para tratar con los inmigrantes de hoy en día).

El detalle, Jon Maia se enfrascó en la escritura de esta novela de forma tan compulsiva que la acabó en tres meses. Recopiló toda la información de la familia y se documentó del pueblo de su abuelo por Internet. No visitó el pueblo de su abuelo hasta el año pasado.