2015-03-03

La casa redonda en las tertulias literarias




Estamos en 1823. Los Estados Unidos han cumplido solo cuarenta y siete años de existencia, y todo el país se centra en apoderarse de las tierra indias lo más rápido posible y de todas las maneras posibles ideadas por el hombre. La especulación inmobiliaria es la bolsa de valores de aquellos tiempos. Todo el mundo se lanzaba a ello. George Washington. Thomas Jefferson. Así como John Marshall, presidente del Tribunal Supremo, quien emitió un dictamen en este caso e hizo la fortuna de su familia. La locura por las tierras se le escapa de las manos al Gobierno recién constituido. Los especuladores adquiere derechos sobre tierras otorgadas a los indios mediante tratados y sobre tierras que siguen siendo propiedad de los indios que las ocupan todavía: el hombre blanco apuesta literalmente por la viruela. Si consideramos todos los descarados sobornos que hicieron falta para llevar a juicio este desagradable asunto, defendido por nada menos que Daniel Webster, la sentencia resulta asombrosa.

La casa redondaLouise Erdrich. (También en formato electrónico)

Anishinaabe, que quiere decir "primeros" o "población original" es el término que suele utilizar para describirse a sí misma la población india de la región de los grandes lagos en Norteamérica (Wikipedia). Sin embargo, se han visto confinados a reservas en las que tampoco disponen de una soberanía total.

Tomando como base este hecho, Louise Erdrich nos muestra la cruda realidad a la que esta situación expone a las mujeres, la parte más débil de la población india, y lo ejemplifica con el caso de la violación de la madre del protagonista. Según un informe de Amnistia Internacional (Laberinto de injusticia), una de cada tres mujeres indígenas será violada a lo largo de su vida y, por cuestiones de jurisdición, encontrará verdaderos obstáculos para que se tomen medidas legales contra ello.

A pesar de lo duro del tema, la autora consigue con La casa redonda una narración enternecedora que consiguió el National Book Award del 2012 y que llega a despertar lo que Kafka llamaba el «deseo de ser piel roja».

Si uno pudiera ser un indio, siempre alerta, y cabalgando sobre un caballo al galope, con el cuerpo inclinado y suspendido en el aire, constantemente sacudido sobre la tierra estremecida, hasta arrojar las espuelas, pues no harían falta espuelas, hasta arrojar las riendas, pues no harían falta riendas, y apenas viera ante sí que el paisaje era una pradera segada, ya sin el cuello y sin la cabeza del caballo.

Franz Kafka en Contemplación (Betrachtung), 1912.
 (recogido en el blog de Dexedrina)


Las tertulias literarias, dinamizadas por Isa Castillo, tendrán lugar hoy martes, 3 de marzo a las cinco y media (17:30) el primer grupo y siete y cuarto (19:45) el segundo. En la sala de prensa de la cuarta planta.